viernes, 16 de noviembre de 2012


Interesante artículo reciente sobre el todavía ambiguo tema del TDAH  (Trastorno por Déficit de Atención Hiperactividad) donde el equipo de Neival, Centro de Neurointegración (España); Carlos Alós (psicólogo) y Coral Ruiz Viedma (Optometrista comportamental), dan otro punto de vista sobre el TDAH, con base totalmente científica, para contrastar con las informaciones y mensajes que se están dando actualmente en las escuelas y en los medios de comunicación.

En Catalunya, unos 20.000 niños diagnosticados de TDAH acuden cada día a la escuela medicados con psicoestimulantes, lo que representa casi un 3% de los alumnos de primaria y secundaria, y la cifra va en aumento a un ritmo considerable. Resulta paradójico que, en el momento actual, en que se cuestiona abiertamente el modelo biologista de la enfermedad mental (De Vicente A. et al., 2012), y se constata que los medicamentos psiquiátricos tienen una utilidad más que discutible, su consumo aumente de forma alarmante, incluso en la edad infantil.

El término TDAH ha pasado al vocabulario escolar cotidiano, y todo niño rebelde, con malas notas, despistado, tiene altas probabilidades de acabar tomando una pastilla antes de ir a la escuela.

Las otras verdades del TDAH
Octubre 2012. Catalunya. España.
Autores: Carles Alós Alcalde - Psicólogo
Coral Ruiz Viedma - Optometrista comportamental

  "Me ha dicho que mi hijo tiene TDAH, y que si no toma la pastilla todo lo que haga será perder el tiempo. También me ha dicho que es genético, y que si él tiene TDAH, mi marido seguro que también lo tiene. Dar pastillas al niño, la verdad, me asusta, pero me ha asegurado que no da problemas y si hubiera alguno, se retira el tratamiento y ya está."
 

Mensajes como este, son los que transmiten los padres tras la visita al médico que ha diagnosticado TDAH a su hijo. Es tan común, que entre padres y educadores ya no se duda de estos argumentos y se aceptan como válidos,
sin más. Por fin se sabe por qué el niño va mal en la escuela, y además hay solución.

En un reciente programa radiofónico en el que se abordaba el TDAH
(Catalunya Radio, 2012), el Dr. Paulino Castells manifestaba que en su opinión el TDAH se sobremedicaba. Un contertulio, padre de una niña con TDAH, rebatió la opinión del Dr. Castells indicando que en un reciente congreso en el que habían participado sesenta especialistas, se había llegado a la conclusión de que tan sólo se medicaban el 10% de los niños con TDAH. Si eso fuera así, resultaría que en Catalunya, la cifra de niños con TDAH, sería nada menos que de 200.000 alumnos. ¡Uno de cada tres!

¿Tan mal lo está haciendo la madre naturaleza, que millones de niños en todo el mundo necesitan tomar pastillas diariamente para poder prestar atención? ¿Qué está ocurriendo? ¿Es una epidemia o se trata de un gran negocio? ¿Sale más barato medicar que afrontar los cambios necesarios en el desfasado sistema escolar?.

Es posible que algún niño precise tratamiento farmacológico, y en esos casos, bienvenido sea, pero la medicación masiva de los escolares, no parece de sentido común. Conviene reflexionar, preguntarnos qué hacemos mal y corregirlo en su origen. Citando al Dr. Sroufe:
Los especialistas nos dicen que el TDAH es uno de los síndromes mejor estudiados y que no hay dudas sobre sus causas ni de la eficacia del tratamiento farmacológico. Pero cuando valoramos con objetividad los datos en los que se apoyan estas afirmaciones, comprobamos que sobre el TDAH no hay verdades indiscutibles, por lo menos en el estado actual de conocimientos.
Vamos a comentar a continuación algunos datos e investigaciones que plantean serios interrogantes en cuanto al diagnóstico, etiología y tratamiento médico del TDAH en la actualidad.

El diagnóstico del TDAH

No existe ninguna condición bioquímica, estructural o genética que determine de forma inequívoca la existencia de TDAH.
Por tanto, no es posible diagnosticarlo mediante una prueba de laboratorio. El diagnóstico continúa siendo clínico, es decir, basado en la pericia profesional del médico, y se determina por la observación y la información facilitada por padres y maestros, a través de unos cuestionarios.

Eso resulta altamente subjetivo e induce a resultados dispares. Las cifras de prevalencia (% de la población afectada) varían ostensiblemente de un país a otro, desde porcentajes inferiores al 1% hasta más del 20%. Aunque existe un cierto consenso internacional sobre cómo diagnosticar TDAH, vertebrado en el DSM-IV y el CIM-10, resulta evidente que la interpretación de estos protocolos no es homogénea.
Algunos psiquiatras rechazan incluso que el TDAH exista como entidad nosológica, y acusan abiertamente a las farmacéuticas de haber inventado una enfermedad nueva para poder vender medicamentos, lo que en inglés se conoce como "disease mongering". (Breggin, 1999) Tienen argumentos para pensar así: en los últimos años, algunos de los principales laboratorios han tenido que pagar multas de miles de millones de euros por este tipo de prácticas. (Perez Olliva, 2012)1.
1 Algunos ejemplos de recientes sanciones por promoción fraudulenta de medicamentos: GlaxoSmithKline: 2400 millones de euros, Abbott: 1225 millones, Pfizer 1800.

"la ilusión de que los problemas de conducta de los niños pueden curarse con fármacos nos evita que, como sociedad, tratemos de buscar las soluciones más complejas, que serían necesarias. Los fármacos sacan a todos –políticos, científicos, maestros, padres– del apuro. A todos, excepto a los niños." (Sroufe, 2012)

miércoles, 25 de enero de 2012

Cómo funciona la Terapia de Movimientos Rítmicos

Por Rosina Uriarte.


El cuerpo es una herramienta que utilizamos para percibir la información y para actuar y responder a la misma. Pero el aprendizaje sucede siempre en el cerebro. Y el movimiento está en la raíz de todo aprendizaje.


Cuando surgen dificultades no suele ser por falta de inteligencia, sino porque no se han desarrollado las herramientas necesarias para realizar el trabajo del aprendizaje.


Cuando vemos estos problemas, estamos mirando solamente la punta del iceberg, sin tener en cuenta todo el volumen que hay bajo el agua y que supone la base a lo que vemos. Las habilidades necesarias para el aprendizaje se sustentan también sobre una base mucho más amplia que no vemos, pero que debe ser muy sólida para que el funcionamiento del niño sea el adecuado.


El cerebro se desarrolla ya desde el feto a través del movimiento del mismo y de la madre.


El cerebro del bebé está inmaduro, pero preparado para un crecimiento vertiginoso. El desarrollo cerebral del bebé en su primer año de vida sentará las bases de todo su desarrollo posterior. Pero el proceso de maduración del cerebro no ocurre por sí solo, sino que necesita de los estímulos, sobre todo de los que provienen de las experiencias con el equilibrio, el tacto y el movimiento en general. Esto lo obtiene el niño al ser tocado y mecido por sus padres y por sus propios movimientos rítmicos. Los reflejos primitivos hacen que el bebé realice estos movimientos rítmicos en una secuencia y un orden establecidos de forma innata.


A través de la estimulación sensorial y del movimiento principalmente, las zonas más básicas y primitivas del cerebro (las que reciben esta estimulación de forma más directa) se activan y se van desarrollando. A su vez van estimulando y conectándose con otras zonas más evolucionadas. Para que el cerebro esté maduro, no sólo es necesario que todas las zonas estén estimuladas y activas, sino que estén interconectadas unas con otras, funcionando de forma conjunta. Si falla esta interconexión y la correcta activación de todas las zonas cerebrales, pueden surgir problemas tanto físicos como cognitivos, de aprendizaje, emocionales o de relación.

Cuando la estimulación no ha sido la correcta y el bebé no ha realizado los movimientos espontáneos que necesita para su desarrollo (por problemas en el embarazo, parto, por no haber pasado suficiente tiempo en el suelo, por abuso de sillitas, taca-tás o de vestiditos en las niñas que impiden el gateo…) y no ha cumplido adecuadamente todas las etapas de su desarrollo durante el primer año de vida, pueden producirse bloqueos en el desarrollo con los consecuentes problemas antes mencionados. Si las partes inferiores del cerebro no han madurado, las partes superiores encargadas de funciones esenciales para el aprendizaje no lo harán. Y no podemos pretender llegar a estas zonas sin haber pasado antes por las inferiores remediando sus disfunciones para poder así hacer que maduren todas las demás áreas. Para esto es necesario utilizar técnicas de estimulación específicas.

De esta forma, cuando el desarrollo del niño es lento, podemos acelerarlo a través de la estimulación que suponen los movimientos rítmicos. Una estimulación de las partes más básicas y primitivas del cerebro que al activarse y estimularse activarán a su vez zonas más evolucionadas y necesarias para el aprendizaje y el control emocional y del comportamiento.


Para subsanar las carencias o déficits en el desarrollo realizaremos movimientos parecidos a los que hace el bebé de forma natural. Éste es el objetivo de los movimientos rítmicos que componen la TMR (terapia de movimiento rítmico y reflejos primitivos) y que imitan los movimientos de balanceo repetitivos con los que experimentan y evolucionan los bebés en su primer año de vida.


Así, los movimientos que en el bebé son espontáneos se convierten en terapéuticos en el niño mayor y el adulto. Buscando la manera de estimular las conexiones neuronales entre las distintas partes del cerebro. Una vez que se consigue esto, se notarán beneficios en la capacidad de atención, en la impulsividad y la hiperactividad, en el lenguaje o la lectoescritura y todas las tareas académicas en general. Mejorará el tono muscular, la postura, el equilibrio y la coordinación. Además se llegará a un mayor madurez y control emocionales.


Los ejercicios deberán hacerse todos los días durante un año más o menos.


Podemos plantearnos la TMR como un programa de ejercicio físico, como una "gimnasia para el cerebro" que no va encaminada a fortalecer ningún músculo o zona del cuerpo en concreto, sino a activar nuestras neuronas. La ventaja frente a la gimnasia es que ésta funciona mientras la realizamos, por ejemplo: nuestros abdominales se fortalecen cuando hacemos los ejercicios correctos. Pero estos músculos vuelen a su estado de flacidez anterior al abandonar la realización de los ejercicios. Con el cerebro esto NO ocurre. Los avances que conseguimos en su maduración no se pierden al terminar la terapia. El desarrollo cerebral no va hacia atrás, salvo por una enfermedad degenerativa o un accidente o lesión cerebral.

Tomado de http://www.alternativasterapias.blogspot.com/

lunes, 23 de enero de 2012

Cómo podemos empezar

Actualmente, seguimos trabajando terapia en casa; sigo estudiando el tema y en febrero de 2012 tomaré el curso de TMR que se presenta por primera vez en mi país y estoy trabajando para dar difusión a estas terapias. También deseo hacer conciencia del daño potencial al que exponemos a los niños al medicarlos innecesariamente con estimulantes del sistema nervioso. Que los psicólogos, neurólogos y especialistas conozcan y reconozcan estas terapias de neurodesarrollo y que los profesores y pediatras recomienden sus beneficios como opción a las drogas.
Personalmente he visto los resultados positivos. Por eso considero que esta información deben conocerla y analizarla personas interesadas en ayudar a niños con problemas de aprendizaje, dislexia, hiperactividad, autismo, falta de concentración/atención,  TDA, TDAH (déficit de atención e hiperactividad); así como con padres que tengan niños con este tipo de dificultades. Mi propósito es compartir lo que conozco y mi experiencia en estas alternativas que tanto ha servido a mi hijo: Hoy P. es más feliz más independiente, su concepto de sí mismo ha mejorado y tiene mejor futuro. A nosotros nos ha cambiado la vida como familia entender mejor qué es en el fondo lo que sucede, y que hay una alternativa a los medicamentos.
Si están interesados en contactar un terapeuta en México, pueden escribirme a mdemontiel012@gmail.com En este momento cuento con información de tres terapeutas que he localizado. Dos de ellas las conozco porque han evaluado y dado seguimiento en el caso de mi hijo.
 Más adelante incluiré información sobre dos terapias que se recomiendan como complemento a la TMR para reorganizar la información en el cerebro del niño. Se llama Terapia de Integración Sensorial, que puede ser el complemento perfecto, así como los ejercicios de BrainGym (Gimnasia Cerebral) para ayudar a los niños a reorganizar su percepción y su relación con el mundo.
De este de Integración Sensorial, recomiendo ampliamente el libro "El niño y la integración sensorial" de Jean Ayres. (Ed. Trillas, 2010). Después de leerlo, no volverás a ver a los niños de la misma manera. Me ayudó a entender que muchos de los niños con problemas de aprendizaje necesitan dos o tres veces más esfuerzo para lograr tareas tan simples como mantener el equilibrio o seguir una línea con los ojos.

miércoles, 4 de enero de 2012

Qué es la Terapia de Movimientos Rítmicos

La Terapia de Movimientos Rítmicos o TMR, es una terapia basada en sencillos movimientos específicos que imitan los movimientos reflejos que hacen los bebés, indicados de acuerdo a un diagnóstico hecho por un terapeuta capacitado que enseña a los padres cómo hacer cada movimiento con precisión en casa diariamente durante algunos minutos, no más de 10. Es agradable para los niños, sumamente relajante y no invasiva como electrochoques o medicinas.
 Por experiencia propia, me parece una opción esperanzadora y con resultados notables para padres y niños en esta situación. Hoy mi hijo ha sorprendido a sus profesoras porque en poco tiempo (dos meses), comenzamos a notar mejoría en atención, calidad y cantidad de trabajo y relación en la escuela. Y además, sin drogas costosas con efectos secundarios desagradables o con efectos de mediano plazo potencialmente peligrosos. A mi hijo todavía le falta, porque tiene varios reflejos activos y vamos integrando algunos y luego otros. Pero nos ha cambiado la vida comprender mejor qué es lo que le pasa.
Me dí cuenta que en México no se conoce mucho ésta terapia. Pregunté a algunos pediatras, psicólogos, terapeutas. Tampoco mi neuropediatra. En el medio educativo no, más bien yo los he informado de esta alternativa. Y actualmente hay pocos terapeutas entrenados. En la capital conozco dos y seguro no llegan a 10. En el resto del país quizá pasa igual. Por ejemplo, confirmé que nadie aplica TMR en Guadalajara, nuestra segunda ciudad principal.
Es un hecho que padres de familia, maestros, pediatras, neurólogos o psiquiatras suponen que el Ritalín, Concerta o Strattera son la opción inevitable para tratar a los niños etiquetados con bajo rendimiento escolar o hiperactividad. También es importante decir que el medicamento lo indican junto con otras recomendaciones o actividades de estimulación o desarrollo de estrategias de aprendizaje, que siempre serán para estos niños a base de mucho esfuerzo desgastante; es un doble o triple esfuerzo que casi nunca es comprendido, porque no es bien conocido ni por los mismos pediatras o especialistas, ya que ellos mismos reconocen que ni es fácil hacer el diagnóstico a tiempo ni con precisión.

martes, 3 de enero de 2012

¿Qué droga está tomando mi hijo, sino tiene TDA?

Desde el principio no le estaba cayendo bien el medicamento: bajó mucho su apetito, se veía aletargado (como ido) y en la escuela me empezaron a reportar mareo, vómito, escalofrío (tomaba la cápsula en el desayuno antes de ir a la escuela).  Empecé a investigar los efectos secundarios y me encontré con cosas que no le deseo ni a mi hijo ni a nadie. Son por supuesto, potenciales efectos secundarios de esa droga a mediano y largo plazo que algunos estudios señalan y que otros estudios niegan.
Para mi niño resultaba un verdadero sacrificio tragar el medicamento y sus efectos más bien lo hacían verse como si se moviera dentro de una gran gelatina. Algo me decía que los medicamentos que conozco para combatir una enfermedad, eran una cosa. Pero que tomar drogas para estimular el cerebro es otra muy diferente.
Pues bien, me puse a revisar información sobre TDA y los medicamentos indicados para este trastorno. Los efectos que reportaban como posibles eran algunos que presentaba mi pequeño. Decidí junto con mi esposo que debíamos tratar de encontrar otra terapia o algo que no tuviera que ver con medicamentos riesgosos.
Seguí  investigando y me encontré con Rosina Uriarte (España). Rosina  es una mamá y educadora que acaba de terminar su maestría en Neuropsicología y Educación en Madrid. A través de sus notas, ella comparte información a personas interesadas en problemas de aprendizaje, neurodesarrollo y terapias que ayudan en estos problemas, y que ella misma conoce los efectos positivos por experiencia propia. (http://www.alternativasterapias.blogspot.com/).
Fue así que a través de Rosina conocí la Terapia de Movimientos Rítmicos (TMR) y otras muy buenas terapias que estoy estudiando y consultando con detenimiento. Pero la que ya he puesto en práctica con mi hijo es TMR con muy buenos y rápidos resultados. Eso me llamó la atención desde el principio.

También observé que los resultados no disminuían con el tiempo, a diferencia del tratamiento con medicamentos (según lo señalan varios estudios sobre la duración del efecto en el tiempo). No sólo era terapia sin medicamento, sino además sencilla, la hacíamos en casa y a mi hijo le gustaba!.

jueves, 29 de diciembre de 2011

Mi experiencia como madre

Mi hijo mayor nació en la semana 28 de gestación por ruptura de membranas y con poco líquido amniótico. Con 1.560 kg de peso y 38 cm y otras consecuencias de su prematurez y bajo peso, su pediatra nos orientó muy bien de su condición en ese momento. También nos advirtió de posibles problemas de aprendizaje asociados a estos antecedentes. Tuvo seguimiento neurológico y terapia física indicada en sus primeros meses. Y aunque con algunas etapas levemente retrasadas y un reflujo de grado 3 con tratamiento, su desarrollo continuaba estable. Sólo me llamaba la atención que era muy observador y callado, sonreía poco y se mantenía reservado hacia otras personas.


Durante la etapa preescolar nos hacían observaciones de su comportamiento introvertido pero observador y nos tranquilizaba saber que cada niño posee su propio ritmo de maduración y que tarde o temprano se nivelan. De esta etapa me llamaba la atención que no toleraba ruidos fuertes o repentinos, que le costaba trabajo atarse las agujetas, abrir envolturas y le estresaba ensuciarse las manos y le molestaban las etiquetas de la ropa. Disfrutaba mucho de todo tipo de música.


A la edad de 6 años, cursaba el último año preescolar, ya que en el sistema de la escuela se admitía a los niños a la Primaria con 7 años cumplidos. Sin embargo, en la última entrevista del curso, las profesoras nos recomendaron una evaluación psicopedagógica, y una escuela con grupos pequeños, ya que observaban que se atrasaba en el ritmo de trabajo del grupo. Sus profesoras de deportes reportaban bajo tono muscular y poca precisión en los movimientos pero buena disposición. Recuerdo que con frecuencia se frustraba y lloraba con facilidad sin motivo grave en apariencia.


En esa evaluación psicopedagógica, se encontró buena disposición para trabajar, niveles sobresalientes para su edad en varios aspectos que denotan nivel de inteligencia, pero problemas de percepción visoespacial, períodos cortos de atención, dificultad para concentrarse que aunque una vez lograda, con resultados buenos, entre otras cosas. Trabajamos en casa basados en las sugerencias y estrategias recomendadas. La sugerencia de la psicopedagoga era diseñar un programa personalizado con ejercicios para entrenar la percepción.


En 2010 y cursando 2o. año de primaria lo evaluó una neuropediatra y no encontró TDA (déficit de atención), pero sí inatención y torpeza motríz, fueron sus palabras. Le indicó un medicamento como estimulante: 25 mg. diarios de Strattera durante tres meses. Trataba de encontrar algún cambio significativo desde que empezó a tomarlo, al igual que sus profesoras que me señalaban la necesidad de un diagnóstico y sugerencias de manejo en clase. Volvió a evaluarlo la neuropediatra y le repitió por otros tres meses la misma dosis.


Pero no me gustó lo que vi: tenía un comportamiento aletargado donde no parecía que fuera el niño tímido pero curioso de antes. Además, siempre comió bien sin excesos y repentinamento bajó mucho su apetito.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Presentación

En la escuela y la familia, conocemos un número cada vez mayor de niños que con inteligencia notable y hasta superior, presentan problemas o dificultades de aprendizaje que como papás los percibimos pero no sabemos bien darles nombre. Pero  que se confirman cuando entran a la escuela: se distraen fácilmente, demasiado inquietos, se les dificulta organizarse o concentrarse, pierden sus cosas, evitan ciertas actividades, su estado de ánimo es irritable, son tímidos o muy impulsivos; la escuela o las tareas les generan ansiedad o estrés, la hora de la tarea se vuelve complicada y desgastante...
Como pedagoga y madre de familia, he encontrado varias terapias que ya se aplican en otros países para niños señalados con problemas de aprendizaje, autismo, trastorno por déficit de atención (TDA), hiperactividad o TDAH, dislexia y otros trastornos asociados a inmadurez o trastorno neurológico. Tengo un hijo con alguna de estas características mencionadas. 
Existe un conjunto de terapias que pueden ser la diferencia para niños, padres y educadores que enfrentan los problemas de aprendizaje y sus dolorosas consecuencias no sólo señalados a nivel escolar, sino que afectan a cada niño y a su familia en el aspecto emocional, de convivencia, social, médico, incluso económico.
La primera de ellas que he conocido fue desarrollada por un psiquiatra sueco en los 80s.  Suena reciente, pero hace 30 años de su terapia y a pesar de internet y las redes sociales, apenas se está conociendo aquí en México, mientras que en países como España, Australia, recientemente Estados Unidos y algunos de Asia, miles de niños ya se están beneficiando.


La Terapia de Movimientos Rítmicos e Integración de Reflejos Primitivos (TMR)  del Dr. Harald Blomberg es una terapia poco conocida en el ambiente escolar, médico e incluso de rehabilitación en México. Sin embargo, ha transformado en poco tiempo el presente y el futuro de mi hijo. Además de que es un niño más feliz, seguro y dueño de sí mismo, esta serie de cambios que vemos en casa, lo están observando también su pediatra, sus profesores y lo que es mejor: él mismo se percibe más capaz, y con habilidades que creía no tener. Y su mejoría ya no depende de drogas costosas!.